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Los CIO también son claves contra el desperdicio alimentario

Si se cogiesen todas las verduras que se tiran cada año en España, se podrían hacer millones de platos de sopa. En concreto, saldrían 390 millones, como calcula Too Good To Go aplicando unas cuantas recetas a los 117 millones de kilos de verduras que acaban en el contenedor. Es un ejemplo concreto de un problema que tiene una escala mucho mayor, tanto en kilos como en alcance geográfico. Ya en 2023 la consultora McKinsey estimaba que, de todos los alimentos que se producían en el mundo, acababa en la basura entre el 30 y el 40%. El problema está repartido por toda la cadena de valor y no se limita solo a lo que ocurría una vez entraban en el hogar del consumidor.

Todo esto genera costes. Uno es el económico. McKinsey señalaba entonces que suponía unas pérdidas de unos 545.000 millones de euros al año. Otro es el medioambiental, porque para producir esos alimentos que no se consumen se genera una huella de carbono que no tiene ninguna contrapartida positiva. Al tiempo, una vez que llegan a los vertederos se convierten en un problema nuevo, con una cuenta nueva de costes para el medio ambiente. Y a todo a ello hay que sumar la cuestión social, ya que se está tirando comida en un planeta en el que todavía muchas personas pasan hambre.

Pero esto no es solo una cuestión de sostenibilidad, de responsabilidad social corporativa o de los departamentos de innovación y logística o de estrategia de negocio, también es una cuestión en la que la tecnología tiene mucho que decir. Entra ya dentro del ámbito de influencia del CIO, aunque no siempre se tenga presente a primera vista cuando se abordan estas cuestiones.

“Ese es el punto. No pensamos en tecnología cuando el tomate se pone pocho, pensamos en la parte humana”, responde Antonio Díaz Otero, gerente de cuentas estratégicas de Phenix España, startup que trabaja en soluciones que reducen el desperdicio alimentario en todos los eslabones de la cadena alimentaria. Lo humano importa, pero también lo tecnológico. La aproximación al problema es muy de procesos, “muy ingenieril, por así decirlo”, y requiere una estrategia TI que toque todas las fases, desde que el producto sale de la tierra hasta que el consumidor final lo tiene en su nevera. “Hay que pensar a lo largo de la vida de ese producto, que va perdiendo valor. Se trata de extraer el mayor valor posible”, resume el experto.

La investigación de McKinsey ya advertía que se podía reducir el desperdicio entre un 50 y un 70% con una mejor metodología, que tocase desde las mejoras de las técnicas de cultivo hasta la gestión de los procesos de venta y los tiempos de llegada del alimento al consumidor final.

persona cogiendo una bolsa de ensalada

Phenix 

El papel de la tecnología

Muchas compañías han aplicado ya la innovación contra el desperdicio alimentario para perfilar mejores productos y convencer a la ciudadanía de su potencial, diseñando desde neveras a hornos más innovadores hasta creando soluciones que permiten acceder a alimentos que están ya en los límites de su vida útil. Pero esta no es una revolución que toque solo al momento del consumo, sino que impacta también en las fases previas. La estrategia de TI permite optimizar procesos y reducir el desperdicio alimentario en la cadena de producción.

“La tecnología hoy día nos ayuda en dos niveles, preventivo y reactivo”, confirman desde el equipo de Sostenibilidad de Nestlé España. En el primero, usan “software estadístico para mejorar la precisión del forecast”, lo que reduce “el sesgo humano y el optimismo” para centrarse en lo que dice el histórico de datos, la estacionalidad y las tendencias y evitar así la sobreestimación. En el segundo, monitorizan stocks en tiempo real. “Esto permite detectar productos que potencialmente podrían caducar y lanzar así acciones rápidas, como promociones, para evitar que se conviertan en desperdicio”, indican.

En resumidas cuentas, la tecnología posibilita que las compañías del sector puedan conocer mejor los procesos y saber qué está ocurriendo, para tomar decisiones más informadas y acertadas. Al aplicarla a las diferentes fases, se van atajando potenciales focos de desperdicio, desde la propia producción a los procesos de venta.

En Nestlé usan “software estadístico para la previsión y Power BI para análisis y seguimiento de vida útiles” y evalúan incorporar inteligencia artificial “en los pronósticos de demanda y mejorar aún más la precisión”. “Nuestro objetivo principal al aplicar la tecnología era abordar problemas muy concretos relacionados con el desperdicio alimentario a lo largo de toda la cadena de valor”, explican. Así, trabajaron primero la trazabilidad y la visibilidad de cada etapa, para lograr “anticipar con mayor precisión situaciones que puedan derivar en pérdidas”. “En segundo lugar, necesitábamos disponer de información en tiempo real que nos permitiera comparar la previsión de ventas con los niveles reales de stock”, señalan, para poder detectar qué no se va a vender a tiempo y activar mecanismos que atajen que se convierta en un potencial desperdicio.

“En conjunto, la tecnología nos permitió transformar un proceso tradicionalmente reactivo en un modelo predictivo y eficiente, en el que la toma de decisiones se adelanta a los problemas y reduce de manera significativa el desperdicio alimentario”, resumen.

“La fórmula del éxito es un compendio de servicio y tecnología”, señala Díaz Otero, que lista la automatización, el procesado de datos y su analítica, la parametrización de procesos, la estadística avanzada, el análisis continuo o la inteligencia artificial como las herramientas clave que ayudan a comprender qué está ocurriendo. “Llegamos a ser como el canario en la mina”, indica, ya que gracias a las TI se logra ver los problemas antes de que ocurran.

Y esto es especialmente importante en un sector, como es el de la alimentación, en el que los márgenes pueden ser muy ajustados. Ocurre con la distribución, ya que los supermercados afrontan márgenes muy bajos y lograr una buena eficiencia es clave para una mejor rentabilidad económica. “El diablo está en los detalles”, recuerda el experto. Saber que algo va a caducar y darle vidilla a sus ventas o gestionar mejor los frescos (que son muy populares en España, pero tienen un ciclo muy corto) logra optimizar los datos económicos. Un mix de tecnología y buenas prácticas consigue una “mejora continua”.

El reto de la compliance normativa

La reducción del desperdicio alimentario no tiene un impacto directo notable, todavía, en las decisiones de compra de la ciudadanía. De hecho, el I Estudio Triodos Bank Conductas sostenibles de la población española concluye que se desperdicia aún muchos alimentos en los hogares españoles (y más que se hará en la campaña navideña) y que solo el 37,1% de las personas tiene en cuenta “el impacto ambiental y social de los alimentos que compra y consume”. Pero si aún no es un factor decisivo en cómo se ordena la cesta de la compra, sí es uno que la industria de la alimentación ha empezado a tener muy presente en los últimos años.

Díaz confirma que existe un interés claro en estos temas. “La situación ha cambiado radicalmente”, explica. Las empresas del sector se enfrentan a un “tsunami legislativo” sobre desperdicio alimentario, que obliga de una manera o de otra a actuar. Aun así, el experto insiste que esta es también “una oportunidad para la mejora”.

Fábrica de Nestlé

Nestlé

La Unión Europea cuanta ya con una normativa que crea un marco común, que no solo marca patrones de actuación contra el desperdicio alimentario sino también contra el textil. Este mes de septiembre, el Parlamento aprobó un paquete legislativo, que ha establecido objetivos vinculantes que tendrán que ser introducidos en las normas de cada uno de los Estados miembros antes del 31 de diciembre de 2030. En el procesamiento y fabricación de alimentos, se debería reducir en un 10% el desperdicio. En “comercio minorista, los restaurantes, los servicios de alimentación y los hogares”, será un 30%.

En el caso español, se aplica también la Ley de Prevención de Pérdidas y Desperdicio Alimentario, que obliga a prevenirlo y a dar salida a los excedentes (por ejemplo, con donaciones) antes de que se conviertan en simple basura. “La tecnología facilita el cumplimiento de la Ley 1/2025 de prevención del desperdicio alimentario en España”, confirman desde Nestlé, ya que les deja realizar medición y trazabilidad, ser proactivos, ganar transparencia, tener “flexibilidad escalable” o crear planes de acción automatizados. “En conjunto, la tecnología convierte la gestión del desperdicio en un proceso predictivo, eficiente y conforme a la ley, garantizando reducción de pérdidas y cumplimiento normativo”, indican.

Nuevos productos, nuevas oportunidades

El CIO y su departamento se convierten así en una palanca para afrontar los retos del presente y lograr mejorar la eficiencia para ser más sólidos de cara al futuro. Gracias a las tecnologías punteras, “se puede reducir bastante” el desperdicio alimentario, como confirma Díaz. En su caso, están viendo una reducción media del 50% en el primer año, que llega al 80% en algunos casos.

Pero, además, enfrentarse al desperdicio puede ser una palanca indirecta para la innovación. En el caso de los supermercados, especialmente en un mercado atomizado en el que hay compañías de ámbito regional mucho más pequeñas que las grandes multinacionales, es el empujón para la digitalización, con todo lo que esto abre. En paralelo, y más de forma general para la industria, este conocimiento optimizado de lo que está ocurriendo en sus líneas de producción permite encontrar potenciales nuevas ideas, mejorando el aprovechamiento de recursos. Nestlé ha convertido los posos del café de su fábrica de Girona en materia prima para biocombustible.

Unlocking the talents of neurodivergent IT pros

Neurodiversity in the workforce can bring new perspectives, fresh ideas, and has the potential to make teams 30% more productive, according to research from Deloitte. Neurodivergent professionals often demonstrate strengths in areas such as creativity, systems thinking, and the ability to hyperfocus on areas of interest.

However, those strengths also come with increased challenges around sensory overload and navigating unstructured social and professional interactions. But with the right accommodations implemented, IT leaders stand to benefit from increased diversity of thought and perspective when hiring neurodivergent tech professionals.

Enteprise technology vendor Pure Storage is one company that has worked to build a more inclusive environment for neurodiverse tech workers. Paolo Juvara, chief digital transformation officer and executive sponsor for the company’s ABLE employee resource group, says the company recognized, based on “general population statistics,” that there is likely to be a high percentage of neurodiverse employees in its organization. As a result, Pure Storage set about fostering an inclusive environment where neurodiverse employees can thrive.   

“Better understanding this population is key to serving them well. For that reason, we encourage employees to disclose their diagnosis, but we are aware that this is a very sensitive topic, and we do not want to create any sort of pressure around it,” Juvara says.

Creating a culture for disclosure

Receiving a diagnosis of neurodivergence can be a significant moment for any individual, often “providing a sense of validation and self-understanding,” according to the Promoting Neurodiversity report from the Association of Project Management. But disclosing that diagnosis at work is a nuanced and complex decision, with “potential risks, particularly for those in junior roles.”

In addition to fears of discrimination or misunderstanding, neurodivergent professionals can also be concerned that any work-related issues will be drawn back to their individual diagnosis. Because of this, employees need a sense of security around disclosing a diagnosis. Examples of how doing so will benefit their careers and professional life, rather than work against them, can help.

Employees who don’t feel comfortable disclosing neurodivergent conditions often find themselves “grappling with escalating levels of stress and frustration,” according to Change The Face’s Neurodiversity in the Tech Sector report. On the employer’s side, this discomfort can turn into “diminished engagement and productivity.”  Only 43% of neurodivergent respondents say they had disclosed their diagnosis to their employer, with 57% saying they did not disclose.

Reasons for not disclosing include feeling that the potential outcomes of disclosure are not worth the risk (53%), concerns about stigma (27%), and fears of career impact (24%). Only 9% of neurodivergent employees said they seek adjustments — and of those who did seek accommodations, 56% said they received what they asked for, while 29% said they received partial accommodations. Reasons cited for not seeking accommodations include concerns about perception (32%) and uncertainty about needed adjustments (29%).

At Pure Storge, cultivating an environment that welcomes disclosure of neurodivergent diagnosis has helped many employees to come forward to share their disabilities. Štěpán Hladík, a technical sourcer in R&D recruiting, has disclosed his neurodivergence at work, noting he feels “truly privileged to have been around colleagues who are willing to understand or actively try to learn about biases that impact all of us.”

While that’s been his experience at Pure Storage, Hladík notes that he’s had previous experiences at other companies that left him feeling misunderstood or frustrated.

“The structure [at Pure Storage] helps me quite a bit,” says Hladík, who works closely with his team to identify accommodations. He has also brought his perspective to the company’s hiring process to help ensure the company better accommodates neurodivergent candidates and reduces bias.

Implementing accommodations and formal policies

Neurodivergent professionals are skilled at managing their disabilities through self-initiated coping strategies, whether that’s through therapy or interpersonal networks. But it’s still critical for organizations to implement formal organizational support and policies to help reduce stress on neurodivergent employees.

Neurodivergent employees have an increased need for clear and structured communication, such as creating predictability around meetings and communication. This can help improve engagement and reduce stress or anxiety for neurodivergent workers. It’s also important to be consistent in maintaining these policies, so that they’re respected across the organization and become part of the organization’s core business practices.

Juvara says Pure Storage partnered with Auticon, an IT consulting business that employs and supports adults on the autism spectrum in IT and tech, to assess the company’s environment, policies, and processes to ensure they are welcoming and inclusive. Through this partnership with Auticon, Pure Storage was able to implement new accommodations and training programs for managers, with a focus on how to nurture neurodivergent talent. As initiatives grow, the company continues to identify other benefits and accommodations it can offer to support neurodiversity.

“A lot of accommodations are very easy to make — it’s all about balance,” says Juvara.

In one instance, he says the organization was planning the company kick-off, including a “big stage and flashing lights, intended to amplify the buzz and excitement.” However, a few employees approached him to express concerns about it being an “overwhelming sensory experience,” so the company decided to establish “quiet overflow rooms, where people can go to participate without the sensory overload,” he says.

Considering this accommodation was well-received, Pure Storage extended it to the workplace, establishing “designated quiet areas, where the team can go and there’s no chit-chat or other distractions,” Juvara says, noting that this accommodation has been received positively by both neurotypical and neurodivergent employees — boosting morale across the board.

In addition to implementing quiet rooms and designated quiet areas, Juvara says they are “continuously incorporating feedback into ongoing office design,” identifying opportunities for accommodations and proper ergonomics across all Pure Storage offices. Incorporating this feedback into the design has been “infinitely more effective than trying to force fit accommodations in after the fact,” he says.

Building awareness through training

It’s important to remember that not all neurodivergent professionals are the same — some will need accommodations that others don’t, and vice versa. For example, in the report from Change the Face, when asked about remote work, one in two neurodivergent employees reported “feeling overwhelmed by distractions in the office on a regular basis,” while others “expressed a preference for the office environment due to the stimulation it provides when working alongside colleagues, as opposed to working remotely from home.”

Although determining the right accommodations for your workforce may be challenging, the need to do so is vital. Just 6% of neurodivergent professions said they never felt impacted by their condition(s), while 46% said they are affected nearly every day, according to the Change the Face report. Additionally, 68% of those affected daily by their condition reported fair or worse mental health. For context, 78% of neurotypical employees described their mental health as “good or very good,” while only 48% of neurodivergent employees said the same.

In addition to taking stock of their corporate culture and committing to making accommodations, organizations should also provide training opportunities to educate employees, especially leaders and managers, about neurodivergence and how to better support colleagues that have disabilities.

“I was initially very skeptical about some of our ABLE ERG program offerings as I couldn’t find anything in it that I didn’t already know from my own experiences,” says Hladík. “But I realized the benefit for others, especially people managers, who are looking to educate themselves. While I’m very familiar with my neurodiversity, training platforms can be very helpful to others.”

Employers will find that neurodiverse employees are skilled at managing their own disabilities — it’s how they got to where they are in their careers. But education and awareness can go a long way in helping to alleviate some of the added burden of managing neurodiverse conditions in the workforce. And companies will find that oftentimes these accommodations have positive impacts for everyone in the organization, not just those with disabilities.  

“Neurodivergence is an invisible condition and one of the things that I observed is that often this community feels unseen — creating awareness is critical to create an inclusive environment,” Juvara says.

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